viernes, 26 de abril de 2013

Mensajes al mar

Para Daniela Cañas Valencia 
(por ser lo más que puedo ofrecer como regalo)

«Te podes matar»
Vampira





Cuando viajas en camión te vuelves parte del paisaje urbano. Sobre todo en esta ciudad en la que parece que todos tienen prisa y que van al mismo lado que yo. Por la mañana o por la noche, las ventanas traslucen caras cansadas y somnolientas, fatigadas. Los autobuses parecen estar llenos de gente hasta la madre: hasta la madre de sus vidas, hasta la madre de sus empleos, hasta la madre de sus hijos o de sus familias; hasta la madre de si mismos y del pinche día con día. Como si su suerte la hubiera echado algún dios o destino hijo de la chingada sin mas que hacer que ponerle el pie a cualquiera. A veces me pregunto cómo me veo yo mismo a través de una de esas ventanas, y me rio. Y la gente se me queda viendo como diciendo "¿qué trae este pinche loco?", y el desconcierto en sus caras me hace reirme aun mas...

Cuando te conocí andaba yo buscando entre lineas el verdadero significado de las cosas, lo real, lo tangible. Quizá sin saber que lo tangible es simplemente lo que hay y que a veces la vida se llena de significados que casi nadie puede ver. Porque lo que es para mi no es lo mismo para otros, ni siquiera para ti. Cuestión de educación, de contexto. De historia. Pero la simple verdad es que sumergirme en esa inmensidad en la que te encontré flotando no era para mi más que un placebo, una forma de sedarme. Y así como te veía a ti, reflejada en el azul de una realidad inexistente, encontré a otros muchos que tarde o temprano se perdieron, como casi te pierdo también a ti. Y aunque ya casi no hablemos o quizá nos hayamos alejado tanto que ya nunca podamos volver a ser como fuimos, quiero decirte que pienso en ti y espero que estés bien en todo momento. Que aun cuando la vida no es sólo flores, te sobrepongas de las tormentas y navegues sin miedos, dudas o rencores. Que incluso cuando los cantos de sirenas te confundan, no dejes nunca de sorprenderte de las pequeñas cosas que encierra la vida. También ruego porque, cuando el mar esté picado y tu horizonte se pinte de nubes grises, el viento hinche tus velas y te conduzca hacia aguas mejores, repletas de aventuras y tesoros. Y ojalá no te falte la fuerza de remar contracorriente en el momento oportuno, ni te falle la brújula que lleva a tus sueños.

Te escribo esta carta desde una isla repleta de esqueletos de elefante. En donde reina un silencio espeso y una oscuridad insomne. Te escribo para que sepas que no me olvido de ti, y que te deseo la mejor de las suertes en todos los viajes que emprendas, esperando que siempre (como dice Rodrigo González) atraques en buen puerto. Te pido que me perdones por no haber cumplido mi promesa todavía, pero hay mas tiempo que vida. También quiero decirte que es la última vez que te escribo desde esta isla; me construí una balsa de madera y huesos y no se hasta donde llegaré, pero navegaré sin miedo. Y si algún día nos encontraremos, eso no lo se; pero cierra bien una botella y lánzala al mar, con las buenas y las malas nuevas, con mapas de las aguas que zurcas, con lo que tú quieras. Yo te responderé con lo poco que se de lo mucho que he visto, pero estaré ahí, sintiéndome feliz por ti.

Feliz cumpleaños número 19 Vampira.


San Bartolo Ameyalco, México, DF.