miércoles, 13 de febrero de 2013

Mi alma por un poema





o sea 

resumiendo 
estoy jodido 
y radiante 
quizá más lo primero 
que lo segundo 
y también 
viceversa.
Mario Benedetti




Hoy es uno de esos días en los que no consigo ni rasurarme bien. Se me hace tarde para ir a todos lados y ando con cara de idiota. Escribo a puñetazos. Me duermo en el camión.
Mis ganas de escribir me ladran desde el fondo de la perrera en la que se convirtió mi subconsciente. Me incitan a sacar algo, a expulsar el peso que oprime mi pecho y que no me permite pensar. Pero me siento vacío.
Me duele la cabeza. Me sangra la nariz.
Quiero gritar.
Quiero huir.
Quiero no pensar.
¡Joder! ¿Es mucho pedir? 
Escucho mucho ruido dentro de mi. Ruido de cosas cayéndose.
Cuando me siento así, lo mejor que puedo hacer es escribir al aire. Gritar en silencio. Sentir la rabia ciega disminuyendo con cada palabra que muerde el teclado. El sonido del teclado es casi sedante. 
Espero llegar a ese punto en el que la sangre de la nariz ya no me importe, y entonces una historia fluya de mi cabeza a mis dedos y se convierta en algo hermoso, quizá algo oscuro, quizá que tenga un poco de los dos; uno de esos milagrillos sin moraleja ni mensaje que suelen venir en mi auxilio en momentos como este. Pero lo cierto es que hace mucho que mi escaso talento no pare más que figuras sin forma que apenas respiran.
Ahora mismo siento que necesito una cerveza. Quizá con una cerveza ligue dos o tres frases que a la larga se conviertan en algo que pueda bautizarse como poema. Un poema que hable de mi soledad, de mi confusión, de la sangre de mi nariz. De lo mucho que me duele. De la situación de mi país, del color de tu cabello, de la luz de tus ojos. Un poema que hable de los pobres, de los locos, de los desahuciados o de los condenados a ser olvidados. Un poema henchido de metáforas, que me haga escribirlo con el cuchillo apretado entre los dientes mientras tiemblo de frío. 
Incluso ahora mismo cierro los ojos y aprieto los dientes, pero nada.
Nada se produce de nada. 
Y me siento cansado. 
Decepcionado de mi.
Y triste.